martes, 8 de enero de 2019

ADRIANO NICOT (1964) / YA ESTAMOS EN EL OTRO LADO DE LA FRONTERA


  •  Para algunos espectadores hay ciertas obras, determinados estilos, una plástica fastidiosa a la que le tienen miedo, porque puede inducirles a concebir el ser pictórico dentro de unos patrones que en un principio les parecen repulsivos.  


  •  Sin embargo, lo que realmente no quieren es encontrarse con una realidad que visualmente les corroa el pensamiento, con una verdad que rechazan porque opinan que no es la suya ni la de nadie, es simplemente una creación que se niega a sí misma.


  •  Para el cubano NICOT, acostumbrado y harto de discursos académicos y vociferante, es lo contrario, ya que en sus metamorfosis configuradas hay una mágica simbiosis entre lo adverso vital y una soldadura de las formas, de las texturas y de los colores que se remontan tanto a lo pasado, como al presente y el futuro. Es un testamento sobre el hombre y su existencia grabada en la piedra a lo largo del tiempo.

No se conocen las rutas de la muerte
ni los designios del azar que transforman los restos.

(Carlos J. Aldazábal)

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