sábado, 24 de febrero de 2018

PABLO ISIDORO (1964) / VISIONES


  •  Decía Robert Hughes que el trabajo de un crítico consiste en explicar a la gente los significados que supuestamente genera el trabajo artístico, desmenuzando la acumulación de los mismos. Muy difícil pretensión máxime cuando la crítica de arte se ha convertido hoy en una práctica pluralista con innumerables y muy diferentes tesis de apoyo.


  •  Por eso, en el caso del madrileño PABLO, al que le dediqué otro post hace muy poco tiempo, me permito una delimitación a partir de unas bases distintas a las ya referidas en mi anterior comentario, y que aluden a un sentido plástico en que el hombre no aparece (lo que no ocurre en otras de sus piezas), pero sí su obra, o mejor dicho, su contrario, aunque en este supuesto esos restos de piedra ya se han desprendido de él para gozar de su propia singularidad.       


  •  En su obra es capaz de edificar una destrucción que se levanta como un magnífico testimonio de que la materia deconstruida habla por sí misma y hasta está aterrada de significar un avatar estético que se decanta con tal belleza y que entraña una ambigüedad ontológica, que se manifiesta como una realidad de máximo valor en sí misma.  


  • Finalmente, el resultado de este proceso creativo nos depara una identificación estilística que se infiltra en la profundidad de la mirada, tratando de apreciar y sentir todas sus pulsaciones visivas.


El alma humana es un abismo oscuro y viscoso, un pozo desusado ante la superficialidad del mundo.
(Fernando Pessoa)  

No hay comentarios:

Publicar un comentario