miércoles, 14 de febrero de 2018

GEORGE MCNEIL (1908-1995) / CADA DÍA HE TRANSPLANTADO UNO


  •  Éstos son los más maquiavélicos retratos de miembros del mundo del arte, que lo son precisamente porque participan en el discurso que lo define. Son, ateniéndonos a una particular concepción, el núcleo de una actividad que produce obras de arte y como tales necesitan que se las interprete.    


  •  Con glosa o sin ella, estas representaciones son los de las flores del salto, el pego y el amarre, los rostros del Naranjero, el Pillete, el Patulero y el Pringado, los que después de la zumba y la jonjana, salen como flechas a tocar el organillo.


  •  El americano MCNEILL los pintó con gestos fogosos y tupé de farandul, ataviados de gallos matachines y miradas de ojos de gato, además de falacias de seminaristas, badulaques, vainas, melcochas, vicálvaros y acuchillando con sorna de rejalgares. Nadie podrá con ellos.    

Los sentimientos que más duelen, las emociones que más se clavan, son los absurdos -el deseo de cosas imposibles, por ser precisamente imposibles, la nostalgia por lo que nunca fue, el deseo de lo que podría haber sido, la aflicción de no ser un otro cualquiera, la insatisfacción ante la existencia del mundo.
(Fernando Pessoa) 

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