martes, 25 de julio de 2017

GIOVANNI GASPARRO (1983) / NO SE RÍAN


  •  No creo que al italiano GASPARRO le importen la etiqueta que le adosen a sus obras, pinta lo que quiere y como le da la gana, porque además sabe hacerlo y además con cierto recochineo. Ama la perfección y es indiferente al llamado buen gusto.


  •  Su dramaturgia nos parece simulada a conciencia, como también esos devaneos religiosos que nos invitan a una borrachera sin condiciones. Su gama de tintes es gloriosa y pecaminosa, así como la configuración de unos escenas que le dan vuelta a la realidad con el fin de que sean más explícitas.  


  •  Pero con todo y con eso, nuestra mirada le encuentra algún eco de locura, humor, incredulidad y un sermón de tomo y lomo. Atesora un enorme oficio y una fantasía decadente, sin embargo, plasma un delirio que no es agonizante sino que busca su propia entelequia.  

 Hablar de esta ciudad, en la que alojo
mi espíritu y mi cuerpo,
sería hablar de soledad y de pobreza.
(Francisco Brines)

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