sábado, 12 de marzo de 2016

ADOLF FROHNER (1934-2007) / A DENTELLADAS

  •  El austríaco FROHNER, después de concebir a través de la aventura y en medio del trance, saltó al vacío. Yo, como espectador, también asumí ese momento y caí dentro de él. 
  •  Sin ese acto de recreación no hubiese llegado al abismo de la monstruosidad, la que hay en uno y otro lado, la que nos persigue como una estética de la deformidad que no sabemos separar de nosotros mismos. Una experiencia que nos fuerza a no resistir la condena imperecedera.  
  •  Quizá sea verdad eso de que la obra de arte real (sic) sea la construcción de una vivencia integral resultante de la interacción de energías orgánicas y de condiciones del ambiente, pero la obra de este autor ya pasó esa fase para someterse a la del delirio.
  •  Y es que es un expresionismo que cada día nos sorprende con una imaginería horrorosa, lúcida al mismo tiempo que paranoica, de una plástica atormentada porque emana de un propósito de hastío, enloquecimiento y talento por ver más de lo que esperaba y en lo que confiaba. 
La gran familia universal de los humanos es una utopía digna de la más mediocre lógica.
(Los Cantos de Maldoror)

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