- Los juguetes del norteamericano ERIN sirven para despertarnos por la mañana de buen humor. Y recuerdan que la mirada es la carne de un volumen cuya sustancia nunca ha recibido nombre (B. Nöel).
- Y si jugamos con ellos sin detenernos en verlos, su cercanía y tacto nos estremece mucho más que contemplarlos como huellas de nuestro pasado, tan próximo y horroroso. ¿Podría ser que su fealdad fuese el producto de una belleza suprema?
- Lo cierto y verdad es que nadie hubiese pensado que algún día existirían, pues nos falta imaginación para darles realidad y vida. En cambio ellos nos consideran grotescos, incapaces de asumir nuestra propia deformidad.
Camino entre fantasmas enemigos que mi imaginación enferma imaginó y localizó en personas reales.
(Fernando Pessoa)
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