- El norteamericano Le Lorraine, por si quedaban dudas, explicaba él mismo que la pintura la trabajaba en la oscuridad y la luz fundidas con el crepúsculo y las sombras, con el movimiento y la inmovilidad. En su pincelada penetra la carne de un drama y en sus autorretratos la visibilidad es la plástica de la decadencia.
- Pero también se infiere la sabiduría de un quehacer renacentista que su tiempo, en su vida, adquirió la tortuosidad de una fealdad que el tiempo no quiso corregir. Él la sentía y la plasmaba, y al final se le iba de las manos porque conocía unos secretos que no confesaba. Fue autor único e inimitable.
(María Zambrano)
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