- El surcoreano BYUNGKWAN ejerce la práctica pictórica como un medio de destrozar la iconografía bucólica que embellece una carne destinada a la putefracción o también la imagen basada en su propia bagatela.
- Asistimos a unas obras que emprenden una destrucción simbólica de imágenes que sin dejar de percibirlas y reconocerlas, se presentan con un marchamo apestoso, lo que no es óbice para que aún así conserven la impostura celebrada de lo falso.
- Esas deformaciones en forma de rayas desbocadas, de borrados bien marcados, de trazos desenfrenados constituyen la impronta de una expresión que ha perseguido y conseguido materializar la ironía de unos destinos que ya se han engañado a sí mismos suficientemente.
El último que ponga la fecha.
(Tomás Martínez)
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