- Los artistas asiáticos, en sus nuevos trabajos de estas últimas décadas, nos vienen sorprendiendo en la presentación de unos imaginarios innovadores que no pierden el núcleo esencial de su enraizamiento.
- Pero además del desconcierto, suscitan reflexiones visuales y conceptuales acerca del alcance de sus obras, como éstas del japonés KAWASHIMA, que tienen unas señas de identidad en el reflejo de una infancia que se ha convertido en vieja.
- También provocando una ambigüedad entre el objeto, la figura de juego, la representación ensimismada, dubitativa, desamparada, coqueta y fantasmal. Aunque no lo sea, parece una delectación plástica, otra forma de concebir Monas Lisas sin esfumado.
El cuerpo no supone un artefacto
de simple ingeniería corporal;
también es la tarea del espíritu
que se despliega sabio sobre el tiempo.
El arca que contiene, memoriosa,
la alquimia milenaria de la especie.
(Carlos Marzal)
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