- No sé quién decía que la imaginación moderna adolecía de una impotencia casi congénita y que era, tal vez, de la oscura conciencia de esa impotencia de la que se derivaba el mitologismo veleidoso y nostálgico que atraía a tantos artistas y críticos de la edad moderna.
- Quizás sí, quizás no, el caso es que el británico WHITLAM ha encaminado su producción por una singladura que tiene etiquetas, aunque la misma tiene su impronta singular y la melancolía de lo que en tiempos de pandemia es una percepción libre y turbia.
- Juega con sus propias reglas plásticas, la más importante de las cuales es el no abandono de una visión que se despierta abrazando al azar, la morfología y el vaticinio de muerte. Al llegar las tinieblas esos entes que pueblan su mundo dan de nuevo la luz, todavía no han acabado de odiarse o amarse a sí mismos.
El joven transparente no sonríe:
es, sin compasión, duramente.
Esencia dura que simula espacio
accidental en tiempo sucesivo.
(Carlos Bousoño)
No hay comentarios:
Publicar un comentario